viernes, diciembre 29, 2006

EPITALAMIO
Pablo de Rokha*


Dios te ampare, mujer, inmaculada y triste como una flor que oliese a hojas caídas.

Universo, universo, universo, ave-niña, ilusión más ingenua, más ingenua aún, más ingenua que las cunas azules cuando el sol clarea los pueblos fúnebres, melancólicos.

Tú que pastoreabas las palomas del lugar por cuatro reales...

Filosofando caminas sobre las tumbas del planeta-Winétt.

Reíste a los tres días de nacer, dulcemente de nacer, porque ya eras madre de lo creado y abuela de los muertos.

Paz, sonora canción nacida de un tajo hecho en la tierra, sin héroes o niños divinos antes de ayer.

Y manas sangre de árbol-árbol con olor a surcos llenos de simiente.

Contigo el pánico florece y las tristezas dan frutos dulces.

E iluminas el camino hacia el hombre distante.

Desengañada te crees y tus días son cuentos para niños.

He aquí que eres máquina de nieve encendida.

Andas por los caminos de la vida y la muerte con el ritmo enorme que fluyen cantando a ciegas los fenómenos, cantando a ciegas los fenómenos, cantando a ciegas los fenómenos.

Yo conozco, siento que tus raíces cándidas horadaron mi estupor...

Atardeciendo, cuando el farol invernal del crepúsculo alumbra lo melancólico, el porvenir de las tumbas lluviosas e irremediables, la cara absurda del vacío, entonces, yo estoy, querida, deshojándote hoja a hoja... hoja a hoja...

Ejemplo de mujer casada, niña de octubre y mariposa, mi corazón se está incendiando a tus pies.

El cataclismo universal de tu agonía me tronchará los huesos marchitos y sentiré que moriré llamándote.

Soy tuyo entero, encadéname con sollozos y alimenta con besos golosos al animal feroz que elegiste por amo.



*Carlos Díaz Loyola, pseudónimo del poeta, nació en Licantén, Chile, en 1894.
Inició estudios la escuela pública de Talca y luego fue internado en el Seminario Conciliar de de donde fue expulsado por sus principios antirreligiosos. Al terminar sus estudios de Humanidades en Santiago, se matriculó simultáneamente en las facultades de Derecho e Ingeniería de la Universidad de Chile, abandonando los estudios poco tiempo después, para dedicarse por entero a la actividad literaria.
Su obra la componen cuarenta y seis volúmenes, entre libros de poesía, ensayos, folletos y antologías.
En 1922 autoeditó su libro «Los gemidos», obra esencial para comprender la literatura castellana del siglo XX. Aunque el extenso poemario fue despreciado por la crítica de la época, hoy es considerado como una de las más importantes obras vanguardistas del continente americano.
Del resto de su obra se destacan: «Carta magna del continente en 1949, «Cosmogonía» en 1925, «Escritura de Raimundo Contreras» en 1929, «Genio del pueblo» en 1960, y «Estilo de masas» en 1965.
Póstumamente se publicaron la antología «Mis grandes poemas» 1969, «El amigo piedra» 1990, y «Obras inéditas» 1999.
Falleció trágicamente en 1968.
Alex W. Levine.-

miércoles, diciembre 27, 2006

NOCHE DE ABRIL*
Pere Gimferrer**

La mente en blanco, con claridad celeste
de alto zodíaco encendido: cúpula vacía,
azul y compacta, forma transparente
al abrigo de una forma. Así vuelvo a encontrarme
buscando esta calle. Ni está, ni estaba:
ahora existe, en levitación,
porque la mente la inventa. Asedio adusto,
pleito de lo visible y la invisible: llama
y consumación. Contornos, inmóvil
piedra que cristaliza. Esta noche,
tormento de los ojos, tormento que una palabra designa,
sin decirlo del todo, como el reflejo
de una perla en tinieblas. Ahora los dedos
arden con la claridad de una palabra. ¿El sol?
El nocturno cuerpo solar, hecho pedazos, rueda
cielo abajo, piel abajo. Ni el tacto sabe
detener la caída. Incendiado
y poderoso. Riegan, de madrugada,
las calles, y un silencio nulo de cláxons,
en los pasajes húmedos, abre un imperio
donde a la piel responde la piel, y el nudo
se hace y deshace. Las teas de Orión
ven los cuerpos enlazados. Astral
escenario de profundos cortinajes
sobre el resplandor sonoro. Dices
sólo una palabra, la palabra del tacto, el sol
que ahora tomo en mis manos, el sol hecho palabra,
tacto de la palabra. Y las estrellas, táctiles,
inviolados, carro que al deslizarse-
al fondo de un vidrio vago se refleja
en tu lujo, claridad de espalda y nalgas,
el globo detenido, ígneo: el reverso
oculta el trueno oscuro del monte de Venus. Brillan
dos tinieblas cuando el firmamento
mueve galeras y remos, y ahora escucho
el oleaje, el chapoteo de los pechos y el vientre,
copiados por la noche. La estancia cósmica
es la estancia del cuerpo, y la blancura
no confunde nubes altas y verde de espuma:
todo lo delega, la reenvía todo. Tiemblan,
esperando recibir un nombre, las criaturas
de la oscuridad, el dibujo de las tenazas
de los dos cuerpos, tapiz del cielo, horóscopo
giratorio. ¿Un sentido? Todo, ahora, es doble: '
las palabras y los seres y la oscuridad.
Pero, escucha: muy lejos, desde esquinas
y faroles nocturnos, vacíos de murmullos,
negativo ignorado de magnesio,
vengo, mi rostro viene, y ahora este rostro
vuelve a ser el rostro mío, como si con un molde
me rehicieran los ojos, los labios, todo,
en el arduo encuentro de este otro, un trazo
dibujado al carbón, que no conozco, que toma
posesión del hielo, que me funde y me biela.
Es éste el enemigo, el que yo siento,
irrisorio y soberbio, ojo o escorpión,
el nombre del animal, el antiguo dominio.
¿Lo reclama el amor? Cuando dientes y uñas
bordean el azulado coto de la piel,
cuando los miembros se aferran, la certeza
¿viene de un fondo más remoto? Curvados, se despeñan
los amantes, como las formas minerales,
rechazados por la noche que calcina el mundo.


*(Traducción "Tres poemes")
**Poeta, traductor y crítico literario español nacido en Barcelona en 1945.
Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona.
A la edad de dieciocho años publicó su primer libro «El mensaje del tetrarca». Su maestría precoz fue reconocida en 1966 con el Premio Nacional de Poesía por su libro «Arde el mar», constituyéndose en uno de los poetas más importantes de su generación. Desde 1970 utiliza exclusivamente el catalán para la poesía, si bien él mismo los ha traducido al castellano para ediciones bilingües.
En 1985 ocupó la vacante dejada por Vicente Aleixandre en la Real Academia Española.
Obtuvo de nuevo el Premio Nacional de Literatura en 1989, el Premio de Literatura Catalana, el Premio Ciudad de Barcelona, el Premio Cavall Verb de la Asociación de Críticos Españoles y el Premio de la revista Serra d'Or. En 1997 recibió el Premio Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya, en 1998 el Premio Nacional de las Letras Españolas y en el año 2000 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
«Marea solar, marea lunar» y «El diamante en el agua», son sus últimos poemarios.

Alex W. Levine.-

domingo, diciembre 17, 2006

EVE*
Leopoldo María Panero**


A Mercedes, por el hilo que la une al secreto

Porque hiciste mi gesto eterno supe
que eras la muerte: porque ella sólo podía
amarme si no había
hombres para mí, vivos:
sólo ella podía amarme:
y supe también que tú eras
la muerte, y que me amabas.

El rostro de la Humanidad era
para mí el de nadie: como para ella,
como para ti: eres negra y no quieres
nada de lo que vive y no sabe
hasta morir que te desea.
Y vi a través de ti, cómo surgían
y surgen cabezas de la tierra helada:
cabezas, yelmos, corazas, espadas
es el fruto que cosecha la tierra en este a ño
que tanto recuerda al Último, al siguiente,
y me amaste porque yo lo veía, porque
veía crecer ya en el huerto el fruto
monstruoso que incorporaba en sí
todo dolor e injusticia y desastre

y me dijiste: «He aquí mi primer hijo
yo que nada sabía del ridículo gesto
de nacer» y agregaste:
«Este reirá de todo,
y lo encenagará todo con
el veneno de su risa mortal:
cuando no haya nadie
que recuerde cómo se reía, este reirá»
Y te reíste de mí, como mi madre
al ver que yo había nacido de ella.
Tan inmenso
era el frío en las ciudades
que algunos sabían que no era locura
ni es, creer que caerán sobre mí

o seré yo el que caiga al morir sobre tu cuerpo.

Pero en el frío crecían
seguían creciendo -la peor de las alfombras de césped
los huesos y la carne de los soldados
que crecían sobre la tierra helada. Y me dijiste
«ellos no tendrán miedo, porque están
muertos, lo mismo que tú que me amas,
a mí que soy negra
como la vida e hice una piedra de tu gesto»
Y los muertos brotaban sobre la tierra húmeda
-cabezas, yelmos, corazas y espadas
porque la Muerte se había hecho vida.

Y pregunté
-te pregunté entonces-: «Será mi alma buen
alimento para perros?»

Y contestaste: «no esperes
que ella sirva para otra cosa: aquella
fue creada
y pensada lo mismo que tu cuerpo y huesos para
nutrición de los perros finales -lo mismo
que tu palabra. «Y ¿nada he de esperar?» «Nada»
Y vi como espadas y corazas y yelmos
surgían sobre el campo más yermo.

Y me olvidé.

"Narciso en el acorde último de las flautas" 1979

*(Vida y mujer en hebreo, y en inglés, víspera)
**Poeta, narrador y ensayista español nacido en Madrid en 1948.
Hijo del poeta Leopoldo Panero y hermano de Juan Luis Panero, también poeta, mostró desde muy pequeño su interés por la poesía. A los dieciseis años, fascinado por la izquierda radical, ingresó al entonces prohibido Partido Comunista, cuya militancia le valió su primera estancia en prisión.
Inició su carrera como poeta de la mano del maestro Pere Gimferrer, sin embargo, su atribulada vida, trastornada por el alcoholismo, la depresión y dos intentos de suicidio antes de cumplir los ventiún años, lo llevaron a la esquizofrenia, manteniéndolo internado por voluntad propia, en un pabellón psiquiátrico donde mantiene vivo su interés por la literatura.
Autor de una importante obra, está considerado como uno de los poetas más importantes de España. Su primer libro «Por el camino de Swan» en 1968, fue el inicio de una cadena de publicaciones entre las que vale la pena destacar «Así se fundó Carnaby Street» 1970, «En Teoría» 1973, «Narciso en el acorde último de las flautas» 1979, «Dioscuros» 1982, «Poemas del manicomio de Mondragón» 1987 y «Heroína y otros poemas» 1992.

Alex W. Levine.-

martes, diciembre 12, 2006

En Memoria

MI CORAZÓN NO ES MÁS GRANDE QUE EL MUNDO
Carlos Drummond

sadNo, mi corazón no es más grande que el mundo.
Es mucho más pequeño.
En él no caben ni mis dolores.
Por eso me gusta tanto contarme a mí mismo
por eso me desvisto, por eso me grito,
por eso frecuento los diarios,
me expongo crudamente en las librerías:
necesito de todos.
Sí, mi corazón es muy pequeño.
Sólo ahora veo que en él caben los hombres.
Los hombres están aquí afuera, están en la calle.
La calle es enorme. Más grande, mucho más grande
de lo que yo esperaba.
Mas en la calle tampoco caben todos los hombres.
La calle es más pequeña que el mundo.
El mundo es grande.
Tú sabes como es grande el mundo.
Conoces los navíos que llevan petróleo y libros, carne y algodón.
Viste los diferentes colores de los hombres,
los diferentes dolores de los hombres,
sabes cómo es difícil sufrir todo eso, amontonar todo eso
en un solo pecho de hombre... sin que estalle.
Cierra los ojos y olvida.
Escucha el agua en los vidrios tan calmada. No anuncia nada.
Sin embargo, se escurre en las manos,
¡tan calmada! va inundando todo...
¿Renacerán las ciudades sumergidas?
¿Los hombres sumergidos -volverán?
Mi corazón no sabe.
Estúpido, ridículo y frágil es mi corazón.
Sólo ahora descubro cómo es triste ignorar ciertas cosas.
(En la soledad de individuo
desaprendí el lenguaje
con que los hombres se comunican).
Otrora escuché a los ángeles, las sonatas, los poemas,
las confesiones patéticas.
Nunca escuché voz de gente. En verdad soy muy pobre.
Otrora viajé por países imaginarios, fáciles de habitar,
islas sin problemas, no obstante exhaustivas
y convocando al suicidio.
Mis amigos se fueron a las islas.
Las islas pierden al hombre.
Sin embargo algunos se salvaron y trajeron la noticia
de que el mundo, el gran mundo está creciendo todos los días,
entre el fuego y el amor.
Entonces, mi corazón también puede crecer.
Entre el amor y el fuego,
entre la vida y el fuego,
mi corazón crece diez metros y explota.
-¡Oh vida futura! nosotros te crearemos.

En Memoria de los más de 3.000 detenidos desaparecidos y ejecutados políticos en la dictadura chilena.

Alex W. Levine.-